viernes, 18 de junio de 2010

PREÁMBULO

Recuerdo de la primera señal del mundo: quitarle a la bici las ruedas pequeñas de atrás, harta ya de girar en la misma dirección rodeando la misma estatua de la plaza, con ganas de seguir recto y sola aunque sea cayendo por las escaleras... ahí empieza todo... en la misma plaza, de la misma manera... escondidos detrás de la puerta en el hueco de la escalera de la entrada de la academia de inglés ... diminutos, sin intención, torpes y mocosos.


La abuela se rompió el brazo al cruzar la calle volviendo de la iglesia ... domingo de júbilo católico... dándose prisa por volver a casa, tropezó en mitad de un paso cebra ... entonces, allí, en medio de la calle, su fragilidad octogenaria que por ser tan obvia había pasado inadvertida...iluminó el mundo.


Los yonkis del barrio, que entre chino y chino, iban matando la tarde y a sí mismos… todos yonkis, todos colegas, todos ciegos, todos solos, todos a ciegas...


... saltar las olas de alquitrán en la playa, fumar Celtas en las esquinas cerca del colegio. Garabatear el dorso de las fotos antiguas y la oscuridad con ellas, fotos que no pertenecen porque en realidad, nuestra historia es un relato de ficción.


... los pájaros gritan y el rumor de las voces de siempre con la luz apagada se vuelven discusión. En el hueco que queda entre la cama y la pared se escucha mejor.. una habitación llena de misterios....


ser mayor...y un motorista de dieciséis años en el parque de geranios ..el primer escenario... quitarse el pelo de la cabeza...


... la noche que de tanto hablar se secaron las pupilas...caminar sin zapatos ni piedras, como si el mundo fuera una balsa de aceite y la misma boca sirviera para callar...


... y después de tantos desvaríos, el resto de la niñez estancada en el cuerpo por piezas... sin labios ni tetas de goma, sin estirarse la piel y con arrugas en los ojos... con una fatiga inmensa que nos acaricia.


libre y con prisa, la ansiedad y la angustia existen porque la cabeza se anuda y se despierta a media noche para contar palabras y el insomnio que las gobierna...como un guisante sin pelar, escafandrado en la placenta del canguro postizo de la intimidad, con todo este sembrado de pensamientos... la vida es sobretodo...extraña. Todo empieza en el momento consciente... en el presente.


Viajar, de pie y sentada, fregar los platos y barrer los suelos, ir de un lugar al otro de la ciudad...un niño que mira desde su asiento en el metro, va solo y no tiene miedo...es pequeño, con cara de sabio y canta bajito, para ser oído ... busca con los ojos, y se baja en la próxima ... ¿a dónde irá....?...

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